ALBÓNDIGAS o ALMÓNDIGAS

Pues como lo lees, no lo he escrito mal. El diccionario oficial de la lengua española da entrada tanto a albóndiga como almóndiga, aunque esta última forma se considera incorrecta y de uso vulgar, recomendándose la forma original. Anda que no me he reído yo veces cuando he escuchado a mis abuelas decir almóndiga, y fíjate tú las pobres no iban mal encaminadas en su pronunciación.

La palabra albóndiga es término procedente del árabe al-bunduqa, ‘la bola’ (la bola es como me estoy poniendo yo con tanto publicar recetas... que cualquier día salgo rodando de casa). Los árabes enseñaron a los europeos a preparar este guiso de bolas de carne, y de ahí se extendió al resto del mundo. El historiador granadino Luis del Mármol documenta el término en su Descripción general de África (1573): «Venden fideos, almojábanas y albóndigas hechas de carne picada con especias y fritas en aceite».

Actualmente la albóndiga es tan popular en las diferentes gastronomías, tan diversa en sus preparaciones y tiene tantas recetas que resulta ser un hiperónimo acerca de un alimento. En nuestro país las albóndigas suelen servirse como segundo plato. Ya todos sabéis que se hacen con carne de vaca o cerdo, o mezcla de ambas, huevo, ajo, perejil y pan. Se fríen ligeramente y se terminan de cocer en una salsa hecha tradicionalmente a base de un sofrito de cebolla, tomate, vino y especias, (en mi caso romero) me encanta el romero; yo creo que en el pasado fui gitana, sí, de esas que te cogen la mano te dan el romero y te sacan los cuartos...

¿Comenzamos? vamos a hacer un “mar y montaña” a la española, típico de la cultura catalana.






INGREDIENTES

Para las albóndigas
300 gr de carne de ternera picada
100 gr de carne de cerdo picada
1 cebolla pequeña
1 diente de ajo
Perejil
1 huevo grande
5 rebanadas de pan de molde sin costra
1 taza mediana de leche
Sal y pimienta
Aceite de oliva

Para la salsa
2 cebolletas frescas medianas
2 dientes de ajo
½ kg de tomates pera muy maduros
2 cucharadas de salsa barbacoa
2 cucharaditas de bovril (concentrado de carne)
1 vaso de vino tinto
200 gr de almejas
Romero fresco
Sal, pimienta y azúcar



ELABORACIÓN

Lo primero que vas hacer la noche anterior a la elaboración o al menos 5 horas antes es poner el pan de molde desmenuzado en remojo con la leche (de esta forma no formará grumos al mezclar con la carne) y las almejas en agua fría con sal para que se abran. Los reservas en la nevera.


Para las albóndigas
Picar la cebolla, el ajo y el perejil todo muy, muy, muy fino.
Mezclar las carnes y desmenuzar con las manos, añadir la picada anterior, el pan que teníamos remojado y reservado en la nevera, el huevo, la sal y la pimienta. Trabajar muy bien con las manos que se integren todos los ingredientes y formar las albóndigas.
Pasarlas por harina y freír ligeramente en abundante aceite de oliva, (freír lo justo para que no se deformen, no más).

Para la salsa
Picar las cebolletas y los dientes de ajo y poner a sofreír a fuego medio con un buen chorro de aceite de oliva. ¡Ojo que no se quemen ni cojan color!
Lavar los tomates y abrirlos a la mitad, con ayuda de un rallador, rallar la pulpa de los tomates y desechar la piel.
Añadir la rallada de tomates al sofrito de cebolletas y ajo. Salpimentar, añadir también 2 cucharaditas de azúcar (para corregir la acidez del tomate), una rama de romero fresco, el vino, las 2 cucharadas de barbacoa y 2 cucharaditas de bovril. Dejar cocer a fuego bajo tapado unos 10 minutos, el típico chup-chup.
Pasado el tiempo retirar la rama de romero, meterle el tourmix y darle un “mal triturado” sí, así a medias, tú hazme caso.
Volver a poner al fuego, escurrir las almejas y añadirlas, cuando comiencen a abrirse incorporar las albóndigas, tapar y dejar cocer a fuego mínimo hasta que la salsa reduzca a la mitad.
No le quites el ojo de encima y remueve de vez en cuando, al final rectifica el punto de sal.

SIRVE BIEN CALIENTE Y ¡BUEN PROVECHO!


SUGERENCIAS

Si no te gustan las cáscaras de las almejas en el guiso lo que puedes hacer es abrirlas en una sartén antes de incorporarlas, retirarles “el bicho” y desechar las cáscaras.