Las
chufas son unos pequeños tubérculos de sabor ligeramente dulce, que
una vez remojadas, nos servirán para preparar la horchata, genial
invención valenciana que en su zona de origen se suele tomar
acompañada de “fartons”, una especie de bizcochitos alargados
muy ligeros.
La
localidad valenciana de Alboraya parece ser la cuna de esta leche de
chufas, llamada luego horchata, una bebida refrescante y
reconstituyente. Aunque la elaboración es bien sencilla, requiere
tiempo ya que hay que remojar bien las chufas.
No
es sencillo encontrar chufas. Al menos fuera de Valencia y menos en
esta época del año. Aunque si tienes a mano un Corte Inglés,
¡estás de suerte! porque en su supermercado las puedes encontrar en
cualquier momento. Y si no las tienen, no dudes en pedirlas que te
las traen.
INGREDIENTES
250
gr. de chufas
150-200
gr. de azúcar (cantidad opcional según lo dulce que la quieras)
1
litro de agua mineral
canela
(opcional)
Necesitamos
también agua del grifo suficiente para rehidratar las chufas.
ELABORACIÓN
Lo
primero es lavar bien las chufas, y ponerlas a remojo, para que se
hidraten y esponjen. Hay que tenerlas en remojo en agua fresca unas
48 horas y cambiar el agua varias veces de vez en cuando para
eliminar las impurezas. (Aunque hay sitios que dicen un remojo de 12
horas, pienso que se obtiene mejor resultado si el tiempo es más
prolongado).
Pasado
este tiempo tira el agua, lava bien bajo el grifo y escurre las
chufas, ponlas en un recipiente con medio litro de agua mineral y
azúcar y empieza a trituralas poco a poco con la batidora o
picadora, durante unos minutos, picándolas lo máximo posible.
Poco
a poco irá saliendo la leche de la chufa. Deja macerar por espacio
de 4 horas, a temperatura ambiente para producir una breve
fermentación que potenciará el sabor de la horchata. Verás que se
forman pequeñas burbujas en la superficie. Aquí le puedes poner la
rama de canela si te apetece.
A
continuación pasa el líquido por un colador de malla fina apretando
bien fuerte, para dos cosas: retirar bien las impurezas y exprimir un
poco más las chufas. Seguidamente mete los restos que te quedan en
una gasa o servilleta muy fina y aprieta bien para filtrar todo el
jugo, hasta la más mínima gota. Es una labor pesada y requiere de
paciencia.
La
horchata resultante deberá ser filtrada de nuevo, por el colador
esta vez cubierto con una gasa nueva y repetir el paso anterior.
Tampoco te obsesiones, la horchata natural siempre presenta un poso
por mínimo que este sea.
Después
añadimos el resto del agua al recipiente y mezclamos enérgicamente.
Lo metemos en la nevera un par de horas para que esté bien fresquita
hasta el momento de servir. La horchata se debe servir muy fría, en
vaso alto. Si quieres incluso puedes ponerla en el congelador unos
minutos antes de bebértela. Y recuerda moverla bien antes de servir.
Y nada más, a disfrutar!!
JOSÉ LÓPEZ